REALIDAD JUVENIL MISIONERA
Introducción "Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa atlántica de Colombia, pudo subir al cielo. A la vuelta contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. El mundo es eso – reveló - . Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente del fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende" ( Eduardo Galeano en "El libro de los abrazos")Yo hablo a una juventud misionera, es decir, que "arde la vida", que enciende a su alrededor, que contagia, que transforma. Descarto de plano el que en este encuentro pueda haber jóvenes apagados/as, o jóvenes con "fuegos bobos", es decir, mediocres, pasivos/as, sin alma o cadavéricos/as. Le hablo a gente que vive intensamente la Palabra de Jesús: "fuego vine a traer a la tierra y no quiero sino que arda" (Lc 12,49). Esta primera charla se sentará en lo que hoy llamamos "los tres temas transversales en la Iglesia": la vida, la cultura, la misión. Toda acción pastoral, toda reflexión teológica, toda vivencia espiritual están, deben estarlo, atravesadas, cruzadas, impregnadas por estas tres realidades. Incluso, se convierten en termómetro, índice, horizonte de toda la vida ecle
/sial. El segundo Congreso Latinoamericano de Jóvenes, realizado en Punta de Tralca, (Oct. 3 al 11, 1998), se proponía como tema: "Protagonismo de los jóvenes como profetas de la vida y la esperanza en América Latina, desde los cambios culturales y las realidades de pobreza, en el umbral del tercer Milenio". Es decir, la vida, la cultura y la misión. Nos ubicamos en el umbral del III Milenio. Es el escenario, el centro de acción donde se jugará, se está jugando, el compromiso misionero de toda la juventud comprometida con el Evangelio. Apóstoles, testigos en esta hora desafiante, apasionante de la historia. Ustedes jóvenes, al inicio de este tercer Milenio, ocupan un lugar especial, de primer plano, excepcional, en el corazón de la Iglesia. No se les puede ocultar, que lo que ustedes sean hoy, eso será la Iglesia, y puedo añadir, la sociedad, en este tercer Milenio. En ustedes se inscribe el futuro de la humanidad! VIDA El tema de la vida es central en el Evangelio, en la predicación de Jesús y, hoy, en todas las realidades con las que nos encontramos, o nos circundan o nos acosan. O somos cultivadores de vida o propagadores de muerte. Si algo queda claro a qué vino Jesús a la tierra, es a traernos vida. "He venido a traer Vida y en abundancia" (cfr. Jn 10,10). En el primer Congreso latinoamericano de Jóvenes (Cochabamba 28 de Diciembre de 1991 a 5 de Enero de 1992), para iniciar el significativo año 1992, los participantes en el Congreso, realizan una actividad simbólica: sembrar un árbol. El Parque Tunari, que domina desde lo alto la ciudad de Cochabamba fue el escenario testigo y protagonista de este culto a la vida. Las/los jóvenes querían comprometerse en la lucha por la vida. La sociedad actual es resultado de varias décadas de intentos frustrados por salir del subdesarrollo. Tras la caída del socialismo, el neoliberalismo ha pasado a constituirse, al menos por el momento, en el único modelo socioeconómico viable. Cuando un modelo social no es único y tiene que competir con los demás, necesita suavizarse y humanizarse para no ser reemplazado por otras alternativas; pero cuando un modelo es único, no necesita contemporizar. Es lo que sucede con el neoliberalismo, que se está desarrollando de una manera casi salvaje en la sociedad actual. El neoliberalismo está produciendo en serie, unos mecanismo de muerte. Hablar de pobres hoy, resulta un privilegio. Pensamos que el pobre alcanza a vivir, mejor, a subsistir. Atrás del pobre quedan los "condenados a muerte", los excluidos, los cadáveres ambulantes, a quienes se les niega todo derecho de vida. Las/los jóvenes se ubican en este último contexto: "somos, dicen, empobrecidos material y espiritualmente porque nuestras riquezas y culturas son arrebatadas por un sistema impuesto e injusto, que nos hace dependientes económica, cultural, política y socialmente". Al mirar la realidad de América Latina y la realidad de las/los jóvenes en Ella, se siente el llamado al mismo compromiso apasionado de Jesús para realizar signos de vida que se constituyan en esperanzas, en posibilidades, en oportunidades de vida nueva y para superar los signos de muerte, de lo viejo, de la no vida. Santo Domingo ha confirmado, tanto para la pedagogía como para la metodología de la pastoral juvenil, caminos que parten de la vida, de la experiencia y de la realidad (SD 119). Y Puebla añade: "el gran desafío de la pastoral juvenil es mirar el contexto social, económico, político, cultural y religioso, no de una manera fragmentaria, sino en forma global" (P. 15). En el segundo Congreso de Jóvenes, La Juventud expresó sus temores, en primer lugar, a la posibilidad de verse excluida y marginada tanto de oportunidades de superación personal, por la falta de estudio y trabajo, como de participar en los procesos e iniciativas de cambios sociopolíticos y económicos de sus países. Teme a los sistemas políticos desencarnados de su realidad, sin ética e impregnados de violencia. Teme a tener que emigrar por falta de recursos económicos; teme la desintegración familiar; teme ser utilizada y manipulada, incluso, en algunos países, por los grupos armados. Este es, particularmente para las/os jóvenes, un tiempo lleno de preguntas, de incertidumbres, y de experimentación. Más que vivirlo como amenaza, es necesario estar ante él con actitud de honestidad intelectual, de búsqueda, de reflexión crítica y, sobre todo, de contemplación activa. De esta manera, en lugar de ser una amenaza que nos lleve a actitudes y prácticas de rechazo o de adaptaciones ingenuas, se convierte en un tiempo de purificación que nos abre a nuevas posibilidades de pensar y de vivir el Evangelio de Jesús. En esta caminada los jóvenes van descubriendo a Cristo. Él los une en la búsqueda de perspectiva para enfrentar la realidad de opresión y marginación, porque siguen creyendo en un Dios que los hace transmitir vida desde la misma pobreza. Celebrar la vida permite recuperar el sentido de la gratuidad en un mundo interesado y competitivo, dignifica el trabajo humano en un mundo materialista y consumista, hace participar en el dinamismo del proyecto del Dios de la Vida en un mundo de dependencia, manipulación y muerte, hace presente la dimensión de la fiesta y de lo nuevo frente a la rutina de cada día y explicita la fe en la presencia de Dios que, da identidad cristiana al grupo y a la propia vida. Celebrar la vida dice relación además a la búsqueda de sentido, a lo que se es y lo que se hace, a lo que anima y sustenta lo cotidiano, a lo que da fuerza para caminar, a las motivaciones profundas de las opciones que se toman, a la espiritualidad. La vocación cristiana es vocación a la vida: defensa y cultivo de la vida; superación de conflictos; protección del medio ambiente; apertura al diálogo; abolición del racismo; construcción de todo puente o alianza que permita estrechar las manos de los adversarios, la abolición de la carrera armamentista y el reintegro de todos los excluidos(as a la mesa común, al banquete universal de la solidaridad y la fraternidad. Por ahí anda la vocación misionera de las/los jóvenes. La juventud hoy está expuesta al difícil aprendizaje de la Vida. Se trata de superar todo inmediatismo, facilismo, acomodo, rutina, aburguesamiento, violencia, muerte. Se trata de volver a sembrar en este mundo la belleza, el arte, la estética, la ética, la pluralidad, la diversidad, la armonía. La juventud está obligada a rescatar el sentido de su vida si queremos llenar de sentido el horizonte de nuestro futuro, el futuro de la humanidad. Nuestras/os jóvenes sufren hasta lo más profundo de su ser a causa de sus rupturas afectivas. A veces su corazón se muere de soledad. La incertidumbre ante su futuro les lleva a preguntarse: ¿Tiene sentido mi vida? Esta vida amenazada se convierte en pasión para nuestras/os jóvenes. Todo campo de concentración neoliberal, de esclavitud globalizada desafía la creatividad, el sueño de libertad y toda miopía irrumpe en nuestros corazones como amenaza contra la esperanza. La juventud hace florecer el desierto. "Su amiga vivía al otro lado y para llegar allá era obligatorio cruzar el cementerio. No había otro camino. Rufina estaba asustada. No se atrevía a cruzar sola el lugar de los muertos para llegar a la casa de su amiga. Estaba indecisa, pensando cómo cruzar, cuando apareció un hombre. Rufina se tranquilizó. Se acercó a él y le preguntó: "¿Para dónde va?" Él le dijo: "Voy hacia allá", e indicó el cementerio. Rufina se animó y le dijo: "Yo también tengo que atravesar el cementerio, podemos ir juntos?". "Claro que sí", respondió el hombre. Mientras caminaban a lo largo del cementerio, Rufina le preguntó al hombre: "¿No le da a usted miedo el cementerio"? El hombre contestó: "Ahora no, pero cuando estaba vivo, sí". Muchas/os jóvenes parecen muertas/os en vida. Espantan. El cristianismo es religión de vida y para gente viva y más, para gente que lucha por la vida. CULTURA "Un hombre santo se dirigía en peregrinación a un santuario. El viaje era difícil, y mientras atravesaba el bosque se perdió. Durante varios días intentó encontrar un camino que le sacara del bosque. Recorrió todos los senderos y caminó en todas las direcciones, pero fue todo en vano. Es como si cada vez se metiera más adentro de la oscuridad del bosque. Al fin tropezó con un grupo de trabajadores. También ellos andaban perdidos y buscaban el camino debido. Al ver al hombre santo se regocijaron. "Gracias a Dios!", se dijeron. "Este hombre santo nos salvará. Él nos mostrará el camino para salir del bosque". Comenzaron a suplicarle: "hombre de Dios, enséñanos el camino", le instaban. "Estamos perdidos. Ayúdanos o pereceremos todos". "No puedo decirles qué sendero deben tomar, porque también yo lo ando buscando", respondió el hombre santo. "Sólo puedo señalar las sendas que parecen adentrarse más en el bosque. Miren, exploremos juntos, ya que todos buscamos el mismo camino. Todos buscamos el camino que nos conduzca a la libertad y la salvación". (Una historia india) La misión es la búsqueda conjunta de la verdad, que en Jesús se nos revela en plenitud. Este tema está profundamente relacionado con el tema de la vida. Tanto que hablamos hoy de la cultura de la vida. Sencillamente la cultura lo invade todo: lo económico, lo social, lo político, lo moral, lo ecológico, lo religioso. Juan Pablo II afirma que "la cultura es el área vital en la que está en juego el destino del mundo". Hablamos de la "cultura emergente", de la cultura moderna, de la postmodernidad, de la cultura juvenil, sentimos el peso como de una terrible pesadilla con la amenaza de una cultura envolvente o globalizada que destruya nuestras identidades étnicas, nuestras costumbres, nuestros valores. La cultura moderna, propagada por los medios de comunicación,, penetra cada vez más la manea de pensar y de comportarse de losas/os jóvenes. Y esta cultura se llama postmodernidad. La globalización, es decir, la convergencia en un único sistema económico-político, conlleva la globalización cultural; es una tendencia transversal que atraviesa la realidad social en todos sus ángulos. El modelo neoliberal no es sólo económico, es ante todo un modelo antropológico, cultural, ético y estético. Las/os jóvenes se autodefinen como "provenientes de varias etnias: indígenas, negros, mestizos, blancos y amarillos. Queremos respetarlas y hacerlas respetar valorando nuestras razas y costumbres, porque están siendo marginadas y, en muchos casos, exterminadas". Sin embargo, aceptan que "viven una crisis de identidad cultural porque sufren la imposición de una cultura extranjera frente a la resistencia de sus culturas autóctonas. "Nos hace falta arraigo cultural", confiesan. La experiencia de cambio que viven los hombres y mujeres del continente, y los más variados análisis y estudios especializados realizados en los últimos años, alientan la percepción y reafirman la convicción de que algo nuevo está pasando en este mundo. Los jóvenes de América Latina, en la variedad de sus procesos históricos y de sus diversidades étnicas y culturales (SD 244), son particularmente sensibles a lo nuevo que está sucediendo. Ellas/os son, al mismo tiempo, hijas/os y constructores/as de esta nueva realidad cultural. Se da un gran cambio cultural, sobre todo, entre la juventud. La cultura moderna, propagada por los medios de comunicación, penetra cada vez más en la manera de pensar y de comportarse de las/os jóvenes. La creciente urbanización acentúa esta tendencia. El documento de Santo Domingo resalta la importancia de este tema. Está claro que no es posible entender al joven, a la joven, hoy, sin comprender la cultura de la cual es víctima y al mismo tiempo propagador. La nueva cultura, con pluralismo de ideas, nace a partir de la increíble revolución tecnológica que día a día nos desconcierta. Las personas tienen acceso a todo tipo de ideas y pensamientos a través de la lectura, del cine, de la TV, de los periódicos, del Internet… Tenemos que decirlo con toda nuestras fuerzas: Las/os jóvenes no son sólo problema: drogadicción, alcoholismo, prostitución, violencia…Ellas/os son también sujetos creativos en muchos ámbitos de la vida: en las artes, las letras, las ciencias, la política, en las relaciones interpersonales, en el trabajo, en el amor, en el deporte, en la familia, etc. .Es necesario dar atención a todas estas expresiones de la vida juvenil y discernir en ellas la presencia creativa y liberadora de Dios. La cultura postmoderna, hastiada de racionalismos y del dominio de la razón y la inteligencia, como la única racionalidad efectiva y eficaz, recupera el sentimiento, la sensibilidad como otra racionalidad, la inteligencia afectiva. En esta sociedad postmoderna, entró en crisis la razón. La razón sola es insuficiente e incompleta, necesita de la razón afectiva, ética, estética, religiosa, en una palabra, necesita de algo más, de la pasión. Este es un propio de ustedes, Jóvenes. Se da hoy un cambio cultural significativo. La subjetividad es ahora un valor central. El descrédito de las ideologías hace que muchos jóvenes ya no se proyecten hacia el futuro. Este fenómeno tiene el efecto de forzarlo a concentrarse, en el momento actual, en la búsqueda de sensaciones y emociones pasajeras, lo que no les conduce a un sentido más profundo en la vida. Al mismo tiempo, las personas están exhaustas por la sensación de caos, la falta de soluciones para los problemas sociales y la aparente prepotencia de l poder de los grupos de interés, de las personas ricas que dictan las reglas del juego. "Hay síntomas claras de una apatía o cansancio generalizado en la juventud y de su proyección en las organizaciones sociales como resultado de la desilusión política y la falta de crédito en la transformación de las estructuras. Es notable una tendencia a lo privado y, también, una búsqueda de sentido, con una fuerte inclinación pragmática, carente de instituciones e ideología: estos jóvenes no pretenden cambiar la sociedad por dentro, como en los años sesenta, sino que optan por vivir al margen de ella" (Pablo Valentín). Estamos inmersos en una cultura que favorece la inteligencia, el deseo, la sexualidad, algunas veces también el ardor, la violencia en los fenómenos colectivos, pero muy poco el "corazón", en el sentido del ser más esencial de la persona. El hombre de hoy vive esencialmente en estas tres dimensiones: la intelectual, la dimensión del ardor, de la agresividad, de la violencia, y la dimensión del deseo que es triturado sin cesar por toda la atmósfera de la época. El problema es cómo hacer descender la inteligencia, y también hacer subir el deseo, al "corazón", que es el crisol donde van a encontrarse purificados en el fuego de la gracia y donde la persona va verdaderamente a unificarse y superarse, a unificarse y abrirse. El hombre moderno dominó la naturaleza. Fue hasta la luna, descendió hasta las profundidades del mar. Conquistó el mundo exterior, pero tiene gran dificultad para conocer y dominar su mundo interior. Esta es una tarea pendiente entre ustedes, Jóvenes. La cultura nos abre a una profunda relación con Dios, con la madre naturaleza, con los demás y con nosotros mismos. Es el hábitat propio de nuestra madurez y crecimiento. Nos exige sí una apertura que vaya minando nuestro egoísmo y narcisismo. Abre las alas a la creatividad. Por eso la Juventud es portadora de nuevas preguntas, de nuevas esperanzas, de nuevos lenguajes, de maneras nuevas y propias de comunicación. Se hace crítica de todo aquello que se ha anquilosado o defiende el reducto íntimo de intereses anacrónicos. Ella misma renueva a la Iglesia como lo ha dicho el Papa en repetidas ocasiones. El mensaje evangélico se expresa a través de las culturas. La fe es sustancia de toda cultura. Pero a su vez, cada cultura es forma de la fe, de la religión. La síntesis entre cultura y religión se llama inculturación. Es el encuentro, el diálogo entre fe y cultura. Hacer que la fe nazca en cada cultura, la Fe en Jesús de Nazaret, hacer que el diálogo entre fe y cultura sea una realidad, es tarea desafiante, compromiso propio de la Juventud hoy día. A la juventud misionera se le presentan diversos retos frente a la cultura: ? Asumir su propia identidad ? El rescate de los valores autóctonos ? La defensa de las diversidades étnicas confrontando la globalización con un verdadero proceso de glocalización o defensa y valoración de lo LOCAL. ? Compartir y celebrar la fe, la vida, la esperanza y el compromiso a partir de sus experiencias y expresiones culturales. ? El compromiso profético de denuncia de todo atropello, vituperación, exclusión, marginación de sus congéneres por raza, religión, nacionalidad o estrato social ? Descubrimiento y profundización de la interioridad, de la contemplación, del silencio ? El rescate del lenguaje del "corazón", del afecto, del sentimiento, de la escucha. ? La aceptación gozosa de la presencia de Dios, como "semillas del Verbo" en cada cultura y por extensión, en cada ser humano, en cada realidad de nuestra existencia. ? Una opción definida por el anuncio de Jesús, de su Evangelio entre aquellos, sobre todo, entre la juventud, que todavía no ha sentido o vivido la grata noticia del Amor de Dios en sus vidas. ? Una espiritualidad creadora que les haga capaces de modificar lentamente, por ósmosis, los fundamentos de la cultura y de la sociedad. ? La globalización de la solidaridad MISIÓN "Una muñeca de sal recorrió miles de kilómetros de tierra firme hasta que, por fin, llegó al mar. Quedó fascinada por aquella móvil y extraña masa, totalmente distinta de cuanto había visto hasta entonces. "¿Quién eres tú?", le preguntó al mar la muñeca de sal. Con una sonrisa, el mar le respondió: "Entra y compruébalo tú misma". Y la muñeca se metió en el mar. Pero, a medida que se adentraba en él, iba disolviéndose, hasta que apenas quedó nada de ella. Antes de que se disolviera el último pedazo, la muñeca exclamó asombrada: "Ahora ya sé quién soy". (De Mello) Juventud: quién eres? Cuál es tu nombre? Eres Misión. Tu nombre es Misión. "Iglesia: tu nombre es Misión, exclama conmovido Juan Pablo II. Tu identidad cristiana, asumida con seriedad, con radicalidad, te va sumergiendo cada vez más en el mar inmenso de la misión. Partamos de una realidad escueta y difícil: 1. En los Congresos de Jóvenes se ha detectado la falta de compromiso de los movimientos y grupos juveniles con la pastoral de conjunto de sus Iglesias particulares y la falta de una actitud misionera y ecuménica dentro de la pastoral juvenil. 2. Los peritos afirman que solamente son suficientes dos generaciones para que las personas pierdan todo contacto con el cristianismo. Si la primera no practica la religión y no educa a sus hijos e hijas en la fe, la segunda no tendrá ninguna referencia de fe cristiana. 3. Algunos regresan a la Iglesia por motivos meramente culturales: casarse, un bautizo, un entierro, etc. 4. La Iglesia pierde credibilidad ante los jóvenes. Ellos temen: ? La indiferencia de la Iglesia ante la realidad juvenil de nuestros pueblos; ? La incoherencia de la Iglesia en el proceso de integración de la fe y la vida; ? No encontrar en la iglesia respuestas que les ayuden a orientar sus vidas; ? A una Iglesia institucionalizada, centrada en ella misma, autoritaria, sin una presencia testimonial y transformadora en los ambientes juveniles; ? Que la Iglesia se distancie de la opción por los jóvenes y los pobres; ? A las exigencias del compromiso cristiano Cfr segundo Congreso de jóvenes, 31 Y Karl Ranher cierra este capítulo con un severo juicio: "La vida pública de la Iglesia (independiente de la buena voluntad que nadie cuestiona) está dominada, en gran parte, por el ritualismo, el legalismo, el aspecto administrativo y una inexpresiva y pasiva mediocridad espiritual" (cita Jorge Borán: "el futuro tiene nombre", Juventud, Paulinas 1994, pag.70). Ante esta situación, la Juventud "camina hacia una Iglesia que salga de sí, que se abra al diálogo, anuncie a Jesucristo y sirva a la transformación de la sociedad" (conclusión II Congreso Jóvenes). Es decir, una Iglesia centrada en la Misión. Ya lo ha dicho el Papa: "La misión renueva la Iglesia" y ha añadido: "la Juventud renueva a la Iglesia". Yo podría concluir en buena lógica que la Juventud es Misión y su Misión es renovar a la Iglesia. La presencia y el protagonismo de miles de grupos y de jóvenes ha dado a la Iglesia Latinoamericana un rostro nuevo que la dinamiza y la rejuvenece. El Papa ha llegado a afirmar: "las/os jóvenes rejuvenecen al Papa". El mandato de Jesús es muy claro: "Vayan…"!. Vayan como discípulos. Vayan desde la pequeñez en comunión con la Iglesia. Vayan en solidaridad con todos los que se arriesgan en la búsqueda de un futuro mejor y una América Latina más humana, con rostro propio. Vayan con la confianza puesta en el Dios de la Historia. Vayan a sus barriadas, a sus anejos, a sus familias, a sus mismos grupos juveniles. Allí se requiere el anuncio de Jesús, el Jesús camino, verdad y vida. Vayan más allá de sus fronteras, fronteras de cultura, de Patria, de religión, de raza. Vayan, es un mandato. Todos las/os jóvenes tienen una experiencia de Dios, aunque no lo sepan. Todos han presentido el misterio. Lo han presentido en la belleza del mundo, en una obra de arte, tocando la guitarra un noche, o en el nacimiento de un amor. Todos tienen una experiencia y hay que hacerles descubrir que no son experiencias separadas, dislocadas, sin significación, sino que se enraízan en lo profundo. Hay que evitar, por ejemplo, que estas experiencias sean adquiridas por medio de la droga. La droga es una especie de don Juan de estas experiencias que quiere repetirlas sistemáticamente. La Misión hoy asume actitudes, comportamientos nuevos. Ustedes, jóvenes llevan esto en el alma: la simplicidad, la pequeñez, la espontaneidad, la apertura, la libertad, la pobreza. Hay esta apertura en lo pequeño, en lo sencillo y se va tomando conciencia de ello; hay una vuelta a las cosas esenciales. Es la alegría de volver a encontrar lo esencial y de vivir lo esencial, en una Iglesia que es personal y conscientemente querida. Conclusión "Hemos sido llamados a la existencia. Y ésta es nuestra primera y radical vocación: a nacer, a realizarnos en plenitud, a vivir en integridad el alma que nos dieron, a continuar en nosotros mismos la obra de la creación, a hacer valer todos los talentos que hemos recibido de Dios para llegar a ser lo que debemos ser. Hemos sido llamados, después, al gozo, al amor y a la fraternidad, otras tres vocaciones universales. Y hemos sido finalmente llamados a realizar en este mundo una tarea muy concreta, cada uno la suya, continuando en cuanto nos rodea la obra de la creación. Todas las tareas son igualmente importantes, pero para cada persona sólo hay una – la suya – verdaderamente importante y necesaria. Ninguna búsqueda es más importante que ésta y ninguna fidelidad más decisiva" (José Luis Martín Descalzo"). El personaje de una obra de teatro dice: "Amar a alguien es decirle: ¡Tú no morirás"! Vida, cultura, misión, tres palabras en un mismo amor. Y la juventud se levanta y dice: porque amamos a la Iglesia, porque amamos a Jesucristo, porque amamos nuestra identidad, porque asumimos nuestra vocación: América Latina: ¡No morirás"!.
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